La melancolía es
una forma de vida o mejor dicho de ver la vida. Es un matiz de color grisáceo
que determina sustancialmente y para siempre el carácter y personalidad de un
individuo. La fusión entre realidad e imaginación se lo debo especialmente a
circunstancias vividas en el seno familiar como así también a mi asiduidad
permanente los días domingos al cine “Coliseo” de Comodoro Rivadavia, donde
proyectaban dos películas, una nacional y otra extranjera. Allí, vi todo el neorrealismo italiano, el
expresionismo alemán, el realismo mexicano, la nueva forma del cine francés, y
lo esencial y siempre único del cine norteamericano, como así también lo
excelente del cine nacional y su esplendor de pasadas épocas.
La noticia
inesperada acerca de la muerte de Elizabeth Taylor, una de las últimas divas
del cine norteamericano, me llevó melancólicamente a ese tiempo de infancia y
primeros años de adolescente transcurridos en mi lejana ciudad natal, como
también a la sala cinematográfica del “Coliseo” desde donde pude apreciar las
innumerables películas de esta mujer con los únicos ojos violetas del mundo que
realzaban su belleza como la firmeza de
su actuación magnífica.
El cine es
enseñanza pura, va enraizado con la experiencia misma de la vida.
Recordarla en
tantas magníficas películas como por ejemplo: “A place in the sun” junto a
quien fuera su amor imposible, su adorado Montgomery Clift, o en “Raintree
County”, “Suddenly, last summer”, todas con Clift. Como así también “Cleopatra”
con su tormentoso y gran amor de su vida con quien se casó dos veces, el extraordinario
actor inglés Richard Burtton, con quien realizara “Quien la teme a
Virginia….” Filmó más de 50 películas,
todas con la impronta de su actuación extraordinaria.
Junto a ella se
van los dorados tiempos en donde lo mejor y fuerte de la vida se reflejaban en
el cine con guiones que hacían reflexionar y sacar provecho de lo esencial de
la existencia.
Elizabeth!!! Gracias por todo lo que entregaste a tu
arte.
Marzo 2011.